Otsua-Enea (Hernani): Abril 16, 2022

Celebramos la clásica cena de sidrería en Sábado Santo en una de nuestras favoritas por la carne.

Asistentes: Uschi, Santi, Rober, Edu, y Nesss.

Previo

La visita al mediodía a Lo Viejo en Donostia fue intensa para Edu y Nesss: buen tiempo, mucha gente (quizá demasiada), destacando la vuelta de Edu al Etxeberria tras muchos años sin ir, y las numerosas rondas de kalimotxo (cocacola en dos) en los mismos vasos de hielos menguantes en el Urka Mendi, a precios populares y con buena música vaska.

Ya de vuelta, Nesss tiene poco tiempo de siesta hasta que llegó el resto y Edu la estira hasta dos horas: cuando despierta los demás ya habían estado de tragos en el Horbel y Pedro Mari y se encaminaban andando a la sidrería. Edu los intercepta por el camino a pesar de ir aún medio dormido. Vemos que el desvío a la sidrería está justo antes del derrumbe de la carretera.

Sidrería

Entrada al comedor junto a 5 kupelas de madera. Al fondo, tras dejar la cocina a la izquierda, había 3 de metal. El sidrero nos informa que están abiertas casi todas a nuestro gusto (el grifo de la 4 y la 5 se abren con una llave intercambiable a gusto del consumidor). Bebimos sobre todo de las de madera, porque, ejem, las metálicas, no nos molaron. Los baños están junto a la entrada.

Nada más llegar ya nos sacan cinco trozos hermosos de txorizo (que no txorizillo) a la sidra. Luego una tortilla de bakalao enorme y de cuatro dedos de gorda, jugosa y riquísima. Le siguen cinco trozos de bakalao cada uno con su pimiento verde, rojo y cebolla pochada. La primera y segunda txuleta ricas, pero no tanto como recordábamos, quizá demasiado hechas. De postre, queso, nueces, tejas, cigarros de Tolosa y dulce de membrillo. Junto a los incontables txotxes de sidra y panes para cinco personas, hicieron un total de 189,35€ (casi 38 por persona, por encima de la media).

Además de la nuestra, sólo tres mesas más. La más grande es la última en ser ocupada por... familias con numerosos niños corretones. Y al contrario que en la anterior, en ésta no podemos decir que ningún menor de edad probara la sidra, con o sin la connivencia paterna/materna. Ni la de los sidreros. La altura de los grifos se convierte en un problema para algunos que tienen que ponerse de puntillas, pero que a base de beber sidra (muy nutritiva, como es bien sabido) posteriormente llegaban ya sin problemas. Sólo dos cenaron de pie, no hace falta decir nombres. Las kupelas metálicas las probaron una única vez, y no fuimos los únicos, ya que incomprensiblemente estaba más caliente de lo habitual y su sabor no nos gustó, así que nos concentramos en las de madera, que estaban mucho mejor.

El ritmo sacando comida fue rápido (consecuencia de tener tan pocas mesas) y hubo que pedir una vez más tiempo para las txuletas. La falta de siesta hace que Nesss amenace con hacer un rolling nuts pero la sangre no llegó esta vez al río. Mucha charleta con el majo del cashero y con los de la mesa de dos, que hacía muchos años que no salían de sidrería. No fuimos los últimos en salir.

Epílogo

Quisimos volver andando tras sortear la oscuridad inicial y el cantó de los gansos, pero, oh, sorpresa, justo vemos girar y parar al bus de las sidrerías, así que lo pillamos para encontrarnos con los precios populares que aplican: 2,50 € por persona, da igual Mugi, Lurraldebus o efectivo, stupendo método para que la gente no coja el coche. Nos salió casi como un taxi. Al llegar a Zinkoenea, reparto del bote y cada uno para su alojamiento, no sin antes ver el ambientazo que había en Andre Kalea y en Gudarien Enparantza entre peleas, gente borracha y la policía municipal.